EXTRA! 



Coincidiendo
con el aniversario del bautismo del famoso escritor Miguel de Cervantes
(9
de octubre de 1547), la localidad madrileña de Alcalá de Henares, donde nació, le rindió
homenaje con un mercado medieval y una serie de actividades culturales. De forma paralela, en un lugar de la Mancha y no precisamente para olvidar, tuvo lugar un original encuentro que recreó los torneos medievales en un ambiente fiel a
la época.


El
castillo de Belmonte,
pueblo conquense que forma parte de la
turística ruta del Quijote, celebró
del sábado 10 al lunes 12 de octubre el I Torneo Internacional de Combate Medieval. En 2014, este bonito entorno rural acogió el Campeonato Mundial de
Combate Medieval
donde se enfrentaron equipos de distintas nacionalidades
mientras que esta vez lo hicieron los mejores clubs de más de 15 países.

Los medios de comunicación fueron invitados a una inauguración en la que se pudo disfrutar del primer día de torneo. Una vez atravesada la muralla y superadas las escaleras
que dan acceso al evento, arrancó el denominado ‘Desafío Belmonte’. Dos mujeres vestidas de época se encargaron de dar la bienvenida en inglés y castellano
mientras los asistentes se iban sentando en las gradas. El cuadrilátero (o liza) delimitado
por tablones de madera sirvió como escenario de combate, rodeado a su vez por
una cuerda que marcaba un límite de aproximación seguro.

Los enfrentamientos abarcaban desde duelos (femeninos y
masculinos) hasta grupos o melés de 5
contra 5, 10 contra 10 y 21 contra 21. Las armaduras que lucían los
luchadores eran réplicas de las originales (siglos XIV-XV) y las armas
utilizadas (espadas de mano, escudos, hachas…) también, aunque esta vez sin filo ni punta. No
por ello los combates son menos reales, ya que se trata de un deporte de contacto y los golpes, aunque comenzaron
siendo sutiles, embestían con fiereza. Hasta la música añadía intensidad
a los combates, pasando de un suave sonido celta al puro heavy metal.


Las locutoras aportaban datos como
que los principales valores entre los participantes son el honor y el compañerismo, 
que se consideran hermanos y que no está permitido abuchear a los contrarios debido a que en posteriores
combates lucharían juntos. Resulta sorprendente verles
abrazarse después de la brutalidad con la que se enfrentan
, un gesto que simboliza la comprensión por compartir el
mismo peso (hasta 30 kilos de armadura), además de una manera de agradecer el duelo.

El agradable día propio de verano hizo inevitable compadecer a los
luchadores, sofocados debajo de toda la indumentaria. Fuera del
área deportiva, rodeados por decenas de árboles, se situaba el
campamento de luchadores, una halconera con 16 aves rapaces, un mercado medieval
con puestos de diferentes nacionalidades y productos como armas, bisutería y
alimentos
, además de una zona infantil con juegos y tiro con arco.

El imponente castillo se
encuentra actualmente en proceso de restauración, aunque se puede visitar con el objetivo de conocer 
a sus anteriores ocupantes y estancias. Imprescindible el ascenso a las
torres para tener una visión global de la extensión del evento y disfrutar de
una vista panorámica de Belmonte.



Durante los tres días de competición
participaron más de 250 luchadores, incluyendo la colaboración de algunos de los espectadores del año pasado
Una
cita recomendable para aquellos que se sientan atraídos por este tipo
de eventos en un pueblo que merece la pena conocer y en el que tal vez se llegue a participar en próximas ediciones.