EXTRA!
A los 14 años, los
Reyes Magos le regalaron una guitarra. Mientras sus compañeros de clase estudiaban,
Joaquín Sabina escribía versos llenos de dudas en una edad difícil. Lo que
aquel niño nunca se imaginaba es que, con el paso de los años, sus rimas
dejarían de ser suyas para convertirse en la biblia de un pueblo con sus mismos
miedos, anhelos y cicatrices, aunque sin tantas noches perras como las que el
de Úbeda (Jaén) cuelga sobre su espalda. Ahora que lo niega todo, revelándose
contra su propio mito, vuelve a llenar grandes escenarios y a emocionar con
clásicos que eclipsan a los nuevos temas frente a un público que recuerda sus
primeras y últimas veces besando, llorando y, en definitiva, sobreviviendo.
El pasado jueves 22 de junio,
el maestro se subió por segunda noche consecutiva al escenario del WiZink
Center de la capital, más conocido como Palacio de los Deportes. Ni un asiento vacío cuando bajaron las luces y una gran ovación inundó el espacio con la
aparición de quien no tardó en definirse como un superviviente. A sus 68 años,
el bombín le sigue sentando bien y la poesía recorriendo sus venas desde que
abre la boca. Le acompañaron durante su recital de dos horas los que ya son más familia que amigos, Pancho Varona y Antonio García de Diego, además de la frescura de una Mara Barros que hasta tuvo tiempo de presentar su primer disco en
solitario con ‘Hace tiempo que no’.
el maestro se subió por segunda noche consecutiva al escenario del WiZink
Center de la capital, más conocido como Palacio de los Deportes. Ni un asiento vacío cuando bajaron las luces y una gran ovación inundó el espacio con la
aparición de quien no tardó en definirse como un superviviente. A sus 68 años,
el bombín le sigue sentando bien y la poesía recorriendo sus venas desde que
abre la boca. Le acompañaron durante su recital de dos horas los que ya son más familia que amigos, Pancho Varona y Antonio García de Diego, además de la frescura de una Mara Barros que hasta tuvo tiempo de presentar su primer disco en
solitario con ‘Hace tiempo que no’.
Con su imagen habitual
de canalla y traje morado, Sabina se disculpó por si en algún momento la voz le
fallaba debido al recital del día anterior, engatusando a las miles de personas
congregadas al declarar, una vez más, su amor por Madrid. Y eso nunca falla.
Consciente de que lo que se esperaba allí eran más los himnos que las
novedades, se despachó rápido más de la mitad de ‘Lo niego todo’, donde las
letras del poeta Benjamín Prado y del famoso cantante Leiva – ambos presentes
en la cita – embellecen un trabajo que
trata de demostrar que las musas siguen de su parte.
de canalla y traje morado, Sabina se disculpó por si en algún momento la voz le
fallaba debido al recital del día anterior, engatusando a las miles de personas
congregadas al declarar, una vez más, su amor por Madrid. Y eso nunca falla.
Consciente de que lo que se esperaba allí eran más los himnos que las
novedades, se despachó rápido más de la mitad de ‘Lo niego todo’, donde las
letras del poeta Benjamín Prado y del famoso cantante Leiva – ambos presentes
en la cita – embellecen un trabajo que
trata de demostrar que las musas siguen de su parte.
Si bien ‘Quien más,
quien menos’ y ‘Lágrimas de mármol’ conquistaron a muchos con su sinceridad
amarga, la poesía de calle y nocturnidad irreverente llegaron tras la emotiva
interpretación de Varona de ‘La del pirata rojo’, cuando Mara Barros se metió
en la piel de una sensual Magdalena coreada por todos los presentes en uno de
los momentos más hermosos y aplaudidos de la noche. La emoción puede que sea
contagiosa pero el talento es indudable. Por muchos recuerdos y latidos
acelerados, ‘Yo me bajo en Atocha’ es mucho más que ‘sus gordas de Botero, sus
hoteles de paso, su taleguito de hash, sus abuelitas al sol’. Probablemente
porque los versos
golpean el alma y un poeta es algo más que un cantante.
quien menos’ y ‘Lágrimas de mármol’ conquistaron a muchos con su sinceridad
amarga, la poesía de calle y nocturnidad irreverente llegaron tras la emotiva
interpretación de Varona de ‘La del pirata rojo’, cuando Mara Barros se metió
en la piel de una sensual Magdalena coreada por todos los presentes en uno de
los momentos más hermosos y aplaudidos de la noche. La emoción puede que sea
contagiosa pero el talento es indudable. Por muchos recuerdos y latidos
acelerados, ‘Yo me bajo en Atocha’ es mucho más que ‘sus gordas de Botero, sus
hoteles de paso, su taleguito de hash, sus abuelitas al sol’. Probablemente
porque los versos
golpean el alma y un poeta es algo más que un cantante.
La escenografía, llena
de colores vivos, proyecciones cuidadas y pinturas del mismo Sabina, añadió
elegancia a una cita que puso en pie a muchos con ‘Por el bulevar de los sueños
rotos’, maravilloso homenaje a la fallecida Chavela Vargas. Los amantes de la
poesía se habrán sorprendido alguna vez al ver reflejos de Neruda o Gil de
Biedma entre las líneas de un creador al que se ha llegado a comparar con Bob Dylan. Aunque los temas resisten el
paso de los años, se nota la edad cuando se interpretan algunas
piezas sobre la butaca.
de colores vivos, proyecciones cuidadas y pinturas del mismo Sabina, añadió
elegancia a una cita que puso en pie a muchos con ‘Por el bulevar de los sueños
rotos’, maravilloso homenaje a la fallecida Chavela Vargas. Los amantes de la
poesía se habrán sorprendido alguna vez al ver reflejos de Neruda o Gil de
Biedma entre las líneas de un creador al que se ha llegado a comparar con Bob Dylan. Aunque los temas resisten el
paso de los años, se nota la edad cuando se interpretan algunas
piezas sobre la butaca.
La mágica unión de ‘Y
sin embargo te quiero’ (impecable Barros, de nuevo) con ‘Y sin embargo’ provocó
las lágrimas de muchos para justo después relajar emociones
con ‘Ruido’ y la mítica ’19 días y 500 noches’. El pasado se siguió adueñando
del WiZink Center con glorias como ‘Noches de boda’ o ‘Y nos dieron las diez’ hasta que apareció un radiante Leiva, al que Sabina definió como ‘el mejor
talento de su generación’, para compartir escenario y dúo en la reciente ‘Por
delicadeza’ y regresar a 1985 con ‘Princesa’. Si en los bises ‘Contigo’ sirvió para avivar y recordar amores, ‘Pastillas
para no soñar’ cerró un concierto honesto, multitudinario y todopoderoso. Genio
y figura, su leyenda será eterna.
sin embargo te quiero’ (impecable Barros, de nuevo) con ‘Y sin embargo’ provocó
las lágrimas de muchos para justo después relajar emociones
con ‘Ruido’ y la mítica ’19 días y 500 noches’. El pasado se siguió adueñando
del WiZink Center con glorias como ‘Noches de boda’ o ‘Y nos dieron las diez’ hasta que apareció un radiante Leiva, al que Sabina definió como ‘el mejor
talento de su generación’, para compartir escenario y dúo en la reciente ‘Por
delicadeza’ y regresar a 1985 con ‘Princesa’. Si en los bises ‘Contigo’ sirvió para avivar y recordar amores, ‘Pastillas
para no soñar’ cerró un concierto honesto, multitudinario y todopoderoso. Genio
y figura, su leyenda será eterna.
Texto de David Molina.
Fotos: Inma Terrés.