EXTRA!



Estamos
acostumbrados a ver y apreciar remakes
de películas por las que ha pasado demasiado tiempo.
Reinvenciones que
actualizan historias que en su día fueron grandes taquillazos y que dan un
nuevo aire a las originales. No obstante, de vez en cuando, Hollywood presenta trabajos
totalmente innecesarios que encumbran aún más a las cintas originales, siendo
muy común la compra de derechos en el mercado asiático. Este es el caso de ‘Old Boy’, el nuevo largometraje del
director estadounidense Spike Lee, que se estrena este viernes 24 de enero en
cines españoles.

Parece
que el mercado americano sigue sin acostumbrarse a visualizar films orientales que han obtenido
grandes recaudaciones en sus propios mercados pero que no logran hacerse hueco
en la meca del cine. Por esta y, posiblemente, otras razones, la mayoría de revisiones no se trabajan correctamente y,
por tanto, no consiguen obtener buenas críticas, como está sucediendo con uno
de los más esperados y temidos estrenos de la temporada.
Pese
a que la cinta original del coreano Park Chan-wook esté considerada una película de culto, además de ser una de las mejores adaptaciones del manga japonés homónimo, la nueva versión no cumple con su cometido y ni tan siquiera se acerca a las expectativas, ya que el director parece no haber querido arriesgar y ha preferido optar por
soluciones fáciles para agradar al gran público.
‘Old Boy’ cuenta la historia de Joe Doucett (interpretado por un Josh Brolin que recuerda al personaje
original, Oh Dae-Su), un hombre que
es secuestrado y encerrado en una habitación, que simula ser la de un hotel, durante 20 años. Gracias al televisor del que dispone, se entera de que es el
único sospechoso de la muerte de su mujer. Durante todo este tiempo, el protagonista se dedica a atar cabos para ver
quién puede ser el posible artífice de su encierro y del asesinato.
Al ser liberado, el hombre decide averiguar quién
es el culpable y vengarse de tan malévolo plan.
Brolin hace una más que aceptable
interpretación con la que el espectador llega a sentir lástima – más de la necesaria – en determinadas secuencias, a pesar de encarnar a un héroe que ni mucho menos
es una buena persona. No deja de ser un papel complicado en el que se deben contrarrestar sentimientos encontrados como la soledad, la venganza y el
sufrimiento.
No obstante, su talento, ya
demostrado en otras ocasiones, se ve mermado por el tratamiento que hace Lee de
la trama.

Diferente
sensación da su compañera de reparto, Elizabeth
Olsen, que encarna el papel de Marie Sebastian, una joven que tiene debilidad por ayudar a personas en
problemas y que encuentra en Joe una
especie de reto, por lo que decide unirse a su causa. Su actuación es simplemente correcta, quedando relegada a la típica
mujer en apuros de un largometraje de acción cualquiera.
Sharlto Copley, que encarna a Adrian, el antagonista, realiza uno de los
papeles clave de la cinta, pero parece no encajar en los parámetros de su personaje.
A veces resulta excesivamente frío y en otros momentos demasiado sensible, a lo
que sumamos ciertos ademanes frágiles que muestran a un villano demasiado flojo que no despierta ningún temor ni respeto en el espectador.
Cabe
mencionar al venerado Samuel L. Jackson interpretando
a Chaney, que podría haber
otorgado una gran dosis de originalidad a la producción si se hubiera explotado más su personaje. El actor desprende carisma y carácter en cada una de las secuencias en
las que participa, con una transformación realmente amenazante, lo que demuestra que él sí que sabe cómo infundir miedo.
Evidentemente,
el guión, a cargo de Mark Protosevich, es el mayor problema del trabajo. A pesar de no aportar nada nuevo con respecto a la original, es
inevitable que se realicen comparaciones con la de Park Chan-wook.
Lo que
resultaba ser atractivo en esta, ahora es más que exagerado, con un ritmo, en
ocasiones, demasiado precipitado.
Sí, mantiene la violencia que tanto fue
apreciada en su momento, pero de nuevo es desmedida, ya que se ha intentado
suplir el retorcido humor negro, los fantásticos diálogos y la teatralidad tan
estilizada de la coreana para favorecer lo explícito. Lee ha preferido eliminar ciertas escenas icónicas, mientras que
otras parecen quedar relegadas a la más simple parodia, como es el caso de la
famosa secuencia en la que Oh Dae-Su
se enfrentaba a un buen número de hombres en un largo y tétrico pasillo.
No
obstante, gracias al veterano Sean
Bobbit
, director de fotografía, el largometraje gana visualmente. La ambientación está muy trabajada y, junto
a la banda sonora, a manos del compositor murciano Roque Baños, el resultado es
absolutamente notable.
Posee un buen repertorio de encuadres que aportan un
estupendo dinamismo a la cinta y, sobre todo, a las escenas de acción, encerrando
al espectador en una atmósfera claustrofóbica de la que es difícil escapar.

Una apuesta demasiado arriesgada por parte
de Spike Lee que no consigue ser tan turbadora ni tensa, pero sí exagerada e
innecesaria.
Sin embargo, si olvidamos su origen, la película resulta entretenida, aunque sería fácil que se
perdiera en el recuerdo. El
remake parece más bien una excusa perfecta para llevar al cine a aquellos que sienten cierto rechazo a la
hora de visualizar una película asiática.