EXTRA!
Es
difícil acertar con el público cuando estamos ante una ópera prima de un
director novel europeo, pero con el trabajo del cómico Guillaume Gallienne ha ocurrido todo lo
contrario. Con ‘Guillaume y los chicos, ¡a la mesa!’, que se estrena este viernes 28 de marzo, el francés ha conseguido ganarse el
respeto del mundo cinematográfico, augurando grandes expectativas en su carrera
fílmica.
Su
debut se centra en los recuerdos de la infancia y adolescencia del propio creador, quien sentía una total adoración por la figura materna.
Una etapa en
la que el joven galo inicia la búsqueda de su propia identidad sexual, a pesar
de que su propia familia ya ha dado por sentado que es homosexual. Su fijación
por su madre choca de lleno con la falta de aceptación tanto por parte de su padre como de sus
hermanos, que prefieren considerarle como el más ‘rarito’ de todos y, por
tanto, el inadaptado.
El actor encarna magistralmente un doble
rol, el de la madre y el del hijo protagonista, aunque no se podría esperar
menos de su trabajo interpretativo, ya que el espectador se encuentra ante su propia historia.

Quién mejor que uno mismo para sumergirse en nuestros pensamientos, en los
recuerdos que en su día nos hicieron dudar, entristecernos y sentir la evolución personal.



Gallienne aporta un toque de comicidad
sumamente elegante, sin entrar en sensiblerías o en cuestiones dramáticas
excesivas, aunque en ocasiones toque los estereotipos multiculturales. El largometraje es una clara composición de
sketches burlescos con los que
demuestra la facilidad que tiene para reírse de sí mismo cuando, en
realidad, la esencia de la trama deja un regusto agridulce basado en miedos e
inseguridades.

El
guión parte del intenso monólogo del personaje principal, que va uniendo de
forma eficaz y desenfadada toda una sucesión de divertidas situaciones, desde
sus peripecias en un pueblo andaluz y sus primeras y tímidas experiencias sexuales en internados, hasta sus vacaciones en Marruecos o su liberación del servicio militar. La sencilla linealidad narrativa contrasta con
unos pequeños guiños surrealistas en los que la mente del cómico se vuelve
transparente a través de la figura materna.
Aunque puede parecer la típica comedia sobre homosexualidad, lo que el autor presenta es la eterna cuestión del caos sexual de un
adolescente que se enfrenta al mundo por primera vez y comienza a pensar por
sí mismo.

No
obstante, no es una cinta que destaque por su originalidad técnica, aunque maneja con maestría los momentos más teatrales de la
trama. Acostumbrados a la gran pomposidad visual del cine francés, el director
de fotografía Glynn Speeckaert se
limita a crear un mundo corriente con una puesta en escena que se mantiene
siempre en segundo plano. Eso
sí, pese a pasar desapercibida, la banda sonora, compuesta por piezas de
música clásica, es una delicia a la sombra de la imagen.
‘Guillaume y los chicos, ¡a la mesa!’ es
una comedia inteligente y amarga, al servicio de la cruda realidad de un
adolescente al que le ha sido impuesta su condición sexual. El perfecto debut de Guillaume Gallienne,
con el que arrasó en los premios César y se metió al público en el bolsillo en los festivales de Cannes y Gijón.