EXTRA!
Están en todas partes y a
veces más cerca de lo que se pueda imaginar. Existen personas que pueden
considerarse auténticos expertos y otras que no valen para ello y nada más
intentarlo, fracasan. Pueden ser grandes o pequeñas, válidas para un momento
puntual o de las que se prolongan en el tiempo. Molesta que nos las digan pero son pocos los que
no recurren a ellas. Y es que pueden ser por muchos motivos y, en ocasiones, hasta necesarias. Hablamos de las mentiras.
Sin necesidad de un polígrafo,
el actor vasco Juan Bey escribe y
protagoniza ‘La verdad de los domingos’,
una comedia que, tras el éxito cosechado en su estreno en México, llega versionada al Teatro
Galileo de Madrid, donde puede verse cada sábado de junio a las 22.30 h. hasta el próximo día 18. Dirigida por Sara Pérez, la pieza aborda los temas
que preocupan al ser humano desde el punto de vista más egoísta: el sexo por
encima de la pareja, el amor propio y la falsedad que envuelve todo el
conjunto.
el actor vasco Juan Bey escribe y
protagoniza ‘La verdad de los domingos’,
una comedia que, tras el éxito cosechado en su estreno en México, llega versionada al Teatro
Galileo de Madrid, donde puede verse cada sábado de junio a las 22.30 h. hasta el próximo día 18. Dirigida por Sara Pérez, la pieza aborda los temas
que preocupan al ser humano desde el punto de vista más egoísta: el sexo por
encima de la pareja, el amor propio y la falsedad que envuelve todo el
conjunto.
El polémico escritor Héctor Sinisterra utiliza la charla de
presentación de su nuevo libro, ‘La
resistencia de los globos’, para desviar la atención hacia otra cuestión sobre la que
realmente le gustaría hablar: la verdad de los domingos. Este
conflicto desencadena un monólogo de una hora de duración que trata de desenmascarar los
más profundos secretos de las personas. Amor, sexo y paternidad se cubren de un halo de romanticismo y ternura que el
actor deja al descubierto haciendo hincapié en las partes menos edulcoradas.
presentación de su nuevo libro, ‘La
resistencia de los globos’, para desviar la atención hacia otra cuestión sobre la que
realmente le gustaría hablar: la verdad de los domingos. Este
conflicto desencadena un monólogo de una hora de duración que trata de desenmascarar los
más profundos secretos de las personas. Amor, sexo y paternidad se cubren de un halo de romanticismo y ternura que el
actor deja al descubierto haciendo hincapié en las partes menos edulcoradas.
La íntima puesta en
escena sitúa a actor y espectadores al mismo nivel, siendo el propio público quién
realiza la función de figurantes como asistentes a la presentación del título. Sentados en
varias filas de butacas que rodean a muy corta distancia al escritor, los presentes participan
activamente en la obra respondiendo a las preguntas del actor en una especie de
sesión terapéutica que sirve a la audiencia para reconocer sus malas conductas al
grito de ‘¡soy una mala persona!’.
escena sitúa a actor y espectadores al mismo nivel, siendo el propio público quién
realiza la función de figurantes como asistentes a la presentación del título. Sentados en
varias filas de butacas que rodean a muy corta distancia al escritor, los presentes participan
activamente en la obra respondiendo a las preguntas del actor en una especie de
sesión terapéutica que sirve a la audiencia para reconocer sus malas conductas al
grito de ‘¡soy una mala persona!’.
Aunque es probable que no
consiga convencer a todos los presentes, según estén más o menos de
acuerdo con la postura que el protagonista representa, el escritor recibe una aceptación general a sus afirmaciones, al mismo tiempo que sus argumentos invitan a
reflexionar. Bey realiza una
actuación convincente en un polémico contexto y demuestra que sabe
improvisar, hilando con desparpajo las réplicas del espectador.
consiga convencer a todos los presentes, según estén más o menos de
acuerdo con la postura que el protagonista representa, el escritor recibe una aceptación general a sus afirmaciones, al mismo tiempo que sus argumentos invitan a
reflexionar. Bey realiza una
actuación convincente en un polémico contexto y demuestra que sabe
improvisar, hilando con desparpajo las réplicas del espectador.
Las mentiras aparecen en
la infancia para no dejar de perseguir al individuo durante toda su
existencia. Los motivos que llevan a recurrir a ellas y otros secretos salen a la
luz en un montaje directo y sin tapujos que desvela una realidad poco habitual de escuchar. ¿Será porque no es cierto o por el miedo a reconocerlo públicamente? La sinceridad de la obra puede herir sensibilidades, pero no hay
que olvidar que, al fin y al cabo, no deja de ser teatro.
la infancia para no dejar de perseguir al individuo durante toda su
existencia. Los motivos que llevan a recurrir a ellas y otros secretos salen a la
luz en un montaje directo y sin tapujos que desvela una realidad poco habitual de escuchar. ¿Será porque no es cierto o por el miedo a reconocerlo públicamente? La sinceridad de la obra puede herir sensibilidades, pero no hay
que olvidar que, al fin y al cabo, no deja de ser teatro.