EXTRA!

El romanticismo y la tragedia se refugian
en el escenario del Teatro Real gracias a la representación de ‘Lohengrin’ durante este mes de abril. Bajo la dirección escénica de Lukas Hembel y la musical de Hartmut Haenchen, la maravillosa ópera
del compositor alemán Richard Wagner
cobra vida.
Tras el fallecimiento del director artístico del Real, Gerard Mortier, el pasado 9 de marzo, la
obra se convierte en el primer montaje posterior al belga, cuyo
cargo ha quedado en manos del catalán Joan Matabosch, que tiene pensado
mantener la misma línea llevada hasta ahora. Así, las 13
funciones previstas en Madrid están dedicadas a Mortier, que ha dejado una
huella imborrable en los amantes de la ópera.
obra se convierte en el primer montaje posterior al belga, cuyo
cargo ha quedado en manos del catalán Joan Matabosch, que tiene pensado
mantener la misma línea llevada hasta ahora. Así, las 13
funciones previstas en Madrid están dedicadas a Mortier, que ha dejado una
huella imborrable en los amantes de la ópera.
‘Lohengrin’ se basa en la leyenda del
Caballero del Cisne, hijo de Parsifal. La joven Elsa es acusada
por Telramund y su esposa Ortrud ante el rey, Heinrich
I Der Vogler, de haber asesinado a su hermano Gottfried. En su defensa aparece el valiente Lohengrin, un desconocido caballero
que no quiere revelar su procedencia pero que, enamorado de la protagonista,
pretende casarse con ella. La bondad y la pureza se enfrentan a un
mundo dominado por la mediocridad y la crueldad, que precipita a los
personajes a un desenlace amargo, en donde los héroes dan lecciones a un pueblo
mundano que sólo sabe infringirse dolor a sí mismo.
Caballero del Cisne, hijo de Parsifal. La joven Elsa es acusada
por Telramund y su esposa Ortrud ante el rey, Heinrich
I Der Vogler, de haber asesinado a su hermano Gottfried. En su defensa aparece el valiente Lohengrin, un desconocido caballero
que no quiere revelar su procedencia pero que, enamorado de la protagonista,
pretende casarse con ella. La bondad y la pureza se enfrentan a un
mundo dominado por la mediocridad y la crueldad, que precipita a los
personajes a un desenlace amargo, en donde los héroes dan lecciones a un pueblo
mundano que sólo sabe infringirse dolor a sí mismo.
La tercera de las llamadas óperas románticas por el propio Wagner se presenta en una especie de cueva,
obra del escultor berlinés Alexander Polzin, que pone en primer plano la historia de forma sencilla, resaltando
la trama y el esplendor de cada personaje por encima del espacio que los
envuelve. Junto a ello, el enriquecedor juego de luces a manos del también
alemán Urs Schönebaum transmite un
ambiente intimista, medido al milímetro, reflejo del palpitante pesimismo que
el propio compositor quiso plasmar en esta obra y que en pocas representaciones
hasta ahora se ha podido ver.

obra del escultor berlinés Alexander Polzin, que pone en primer plano la historia de forma sencilla, resaltando
la trama y el esplendor de cada personaje por encima del espacio que los
envuelve. Junto a ello, el enriquecedor juego de luces a manos del también
alemán Urs Schönebaum transmite un
ambiente intimista, medido al milímetro, reflejo del palpitante pesimismo que
el propio compositor quiso plasmar en esta obra y que en pocas representaciones
hasta ahora se ha podido ver.

La
soprano estadounidense Catherine
Naglestad (Elsa) es una de las gratísimas sorpresas de la producción. Una
calidad que se ve premiada con la fuerte ovación del público asistente al final
de la representación. El majestuoso Christopher
Ventris (Lohengrin) impone con
su espectacular voz, dominando por completo el papel protagonista. El resto del
elenco de cantantes resulta más que sólido y a la altura: Deborah Polanski (Ortrud)
con una actuación arrebatadoramente emocionante, Thomas Johannes Mayer
(Telramund) sometido a la fuerte
altivez que arrastra su personaje y Franz
Hawlata (Heinrich I Der Vogler)
con una notable seguridad en sí mismo.
soprano estadounidense Catherine
Naglestad (Elsa) es una de las gratísimas sorpresas de la producción. Una
calidad que se ve premiada con la fuerte ovación del público asistente al final
de la representación. El majestuoso Christopher
Ventris (Lohengrin) impone con
su espectacular voz, dominando por completo el papel protagonista. El resto del
elenco de cantantes resulta más que sólido y a la altura: Deborah Polanski (Ortrud)
con una actuación arrebatadoramente emocionante, Thomas Johannes Mayer
(Telramund) sometido a la fuerte
altivez que arrastra su personaje y Franz
Hawlata (Heinrich I Der Vogler)
con una notable seguridad en sí mismo.
Sin
duda, la labor del director de orquesta Harmut
Haenchen es de sobresaliente, con una batuta firme, demostrando su
significativa experiencia y trasladando al público a un momento dramático de gran vigorosidad. También es digno de mención el Coro Titular del Teatro Real, compuesto
por 92 cantantes que impresionan con su presencia y gran labor interpretativa.
Demasiado tiempo ha pasado sin que la capital
pudiera disfrutar de esta magnífica ópera de Wagner en la que se fusiona
mitología y romance a viva voz. Una producción de incuestionable calidad que
rinde un perfecto homenaje a Gerard Mortier.
duda, la labor del director de orquesta Harmut
Haenchen es de sobresaliente, con una batuta firme, demostrando su
significativa experiencia y trasladando al público a un momento dramático de gran vigorosidad. También es digno de mención el Coro Titular del Teatro Real, compuesto
por 92 cantantes que impresionan con su presencia y gran labor interpretativa.
Demasiado tiempo ha pasado sin que la capital
pudiera disfrutar de esta magnífica ópera de Wagner en la que se fusiona
mitología y romance a viva voz. Una producción de incuestionable calidad que
rinde un perfecto homenaje a Gerard Mortier.