EXTRA!
Es más que conocida la teoría de que las novelas negras llevadas al
cine ven enfriada su trama, mientras que la imaginación e interpretación de sus personajes se ven limitadas en adaptaciones que no suelen ser muy valoradas. El debate se reaviva en el nuevo film del director español Gerardo Herrero, ‘La playa de los ahogados’, basado en la conocida novela
homónima del escritor vigués Domingo Villar. Con su estreno este viernes 9 de octubre en las salas españolas, la historia vuela, una vez más,
del papel a la pantalla.
La localidad marítima pontevedresa de Panxón presenta una historia en cuya
primera escena aparece el cadáver de un marinero que ha sido arrastrado hasta
la orilla. El cuerpo pertenece a un conocido pescador de la
zona conocido como ‘El Rubio’, que
rápidamente se convierte en tema de conversación debido a su presunto suicidio. Sin testigos
ni rastro de la embarcación, el inspector Leo Caldas (Carmelo
Gómez) y su excéntrico compañero Rafael Estévez (Antonio Garrido) comienzan una ardua investigación entre marineros en la que encontrarán un importante secreto.
primera escena aparece el cadáver de un marinero que ha sido arrastrado hasta
la orilla. El cuerpo pertenece a un conocido pescador de la
zona conocido como ‘El Rubio’, que
rápidamente se convierte en tema de conversación debido a su presunto suicidio. Sin testigos
ni rastro de la embarcación, el inspector Leo Caldas (Carmelo
Gómez) y su excéntrico compañero Rafael Estévez (Antonio Garrido) comienzan una ardua investigación entre marineros en la que encontrarán un importante secreto.
La película, rodada en castellano y en gallego,
cuenta con un elenco en el que curiosamente destacan las interpretaciones de los actores secundarios debido a su sencillez interpretativa, algo que ocurre con el papel de Trabazo a manos de Fernando Morán. En el caso de Luis
Zahera, que se introduce en la piel del principal sospechoso, Arias, el papel se simplifica al realizarse desde la comodidad de quien se presupone como el villano del relato. Algo parecido sucede con la aparente fragilidad de Carmelo Gómez y un
sobreactuado Antonio Garrido que, jugando al gato y al ratón, no
entregan la evolución que la historia exige por parte de sus personajes, limitándose a una intervención lineal que prescinde de aportar información útil a la trama.
cuenta con un elenco en el que curiosamente destacan las interpretaciones de los actores secundarios debido a su sencillez interpretativa, algo que ocurre con el papel de Trabazo a manos de Fernando Morán. En el caso de Luis
Zahera, que se introduce en la piel del principal sospechoso, Arias, el papel se simplifica al realizarse desde la comodidad de quien se presupone como el villano del relato. Algo parecido sucede con la aparente fragilidad de Carmelo Gómez y un
sobreactuado Antonio Garrido que, jugando al gato y al ratón, no
entregan la evolución que la historia exige por parte de sus personajes, limitándose a una intervención lineal que prescinde de aportar información útil a la trama.
‘La playa de los ahogados’ cuenta con una buena historia, muy fiel al relato original, que se desarrolla bajo un excelente montaje que, sin embargo, carece de consistencia en la pantalla.
La cotidianidad y su simpleza la convierten en una película sin fuerza,
dejando su potencial narrativo a un lado y haciendo difícil su seguimiento. Cargada de clichés y trucos manidos en el séptimo arte que dañan las escenas de suspense, el largometraje se conforma con cumplir con la función de entretener.
La cotidianidad y su simpleza la convierten en una película sin fuerza,
dejando su potencial narrativo a un lado y haciendo difícil su seguimiento. Cargada de clichés y trucos manidos en el séptimo arte que dañan las escenas de suspense, el largometraje se conforma con cumplir con la función de entretener.
La gran protagonista de los 96 minutos de película es la fotografía, cuyo responsable, Alfredo Mayo, muestra una Galicia fría con gran variedad de tonalidades azules que encajan con la oscura historia que oculta el guión. Los maravillosos paisajes escogidos entre el director de la película y el autor del texto original le dan un empujón al desarrollo de la producción con algún que otro toque cómico.
Un trabajo con una técnica y equipo intachables que, sin embargo, desaprovecha el potencial de un libro con una
historia repleta de giros que se pierden ante la cámara debido a una clara falta de pretensión. El director deja al espectador con la miel en los labios mostrándole sólo una parte de su talento, cediendo ante el gran desenlace que habría merecido la historia.
historia repleta de giros que se pierden ante la cámara debido a una clara falta de pretensión. El director deja al espectador con la miel en los labios mostrándole sólo una parte de su talento, cediendo ante el gran desenlace que habría merecido la historia.