EXTRA!



El poder de una imagen en la sociedad de la información actual viene delimitado por el enfrentamiento con la realidad
y la capacidad de pensar con sangre fría. Capturar el momento en un dispositivo
convierte al ser humano en testigo de los desastres que acontecen a su
alrededor
, obligándole a arriesgar su vida y a llevar la situación al límite para
poder convertir los hechos ocultos en verdades contrastadas.


El Centro Cultural Conde Duque exhibe
hasta el próximo 31 de enero ‘Upfront’,  una producción de Cooperación Española y el Instituto Cervantes que presenta el trabajo de más de una veintena de reporteros
hispanos que se jugaron la vida por conseguir retratar la verdad desconocida.
Plasmando en las instantáneas el horror de Haití, Líbano o Pakistán, los
fotógrafos establecen un diálogo intrínseco entre las imágenes, donde las
masacres y la rutina del dolor se establecen como constante vital.

Una agobiante oscuridad se ciñe sobre los
visitantes, que en forma de lienzos abismales sensibilizan acerca de lo que ocurre en España y más allá de nuestras fronteras. Las instantáneas, enmarcadas
en una atmósfera de sobredosis informativa, ofrecen detalles situacionales en
una pantalla en blanco que cae en el olvido en el momento en el que la fotografía se
convierte en protagonista. La información queda relegada a un segundo plano.

Compuesta por 74 imágenes, tres vídeos, un libro y un poema de la escritora andaluza Gracia Morales, la muestra hace un recorrido experimental
por las guerras actuales y las circunstancias que rodean a todos aquellos que
decidieron captar el horror a través de sus cámaras.
La inquietante banda sonora, compuesta por Mario Lozano, forja con agudeza un ambiente bélico en el que los conflictos
encuentran su representación. El contexto, totalmente adaptado a la temática
exhibida, traslada a los espectadores el agobio y riesgo al que los
fotógrafos están continuamente expuestos.



La selección de fotografías,
elegidas por el reportero madrileño Ramiro Villapadierna, plantea una dicotomía entre lo cercano y lo lejano, oponiendo las plegarias a las armas y reflejando la desolación
de las familias ante el inevitable dolor de la pérdida.
Las instantáneas se han
convertido en portadas de prensa de todo el mundo, en medios como The New York Times o Le Figaro, y han sido galardonadas con premios internacionales como el Pulitzer
o el World Press Photo.

Las imágenes dan reconocimiento a las
personalidades que esconden su rostro tras un objetivo para dar voz
al mundo silenciado. Ejecutadas en color y desde diferentes ángulos, fuerzan una lectura
punzante que dirige la mirada del público hasta asumir la figura del fotorreportero
como algo esencial para comprender la importancia de la
documentación gráfica a la hora de ilustrar los horrores de la guerra.



Una visión cruda sobre las
consecuencias de los mayores conflictos mundiales rinde homenaje a todos aquellos que, sin más armas que una cámara fotográfica, se enfrentaron a lo injusto. Rescatando los testimonios visuales de los que siguen ejerciendo y de los que
perdieron la vida por tratar de revelar las tragedias globales, la exposición
constituye un testimonio arduo y concienciado que eleva la profesión del
fotorreportero a la posición que merece tener.