EXTRA!
Al hablar de ‘La máquina del tiempo’ a uno seguramente le venga a la cabeza la imagen de un aparato complejo con muchos botones y de
tecnología punta. Pero nada de eso: existe una más cercana y accesible en el montaje que cuenta con ese título en la Sala Nueve Norte; una que
puede manejar cualquiera aunque haya quienes sean unos
profesionales.
Es
el caso del artista gráfico Aitor Saraiba, creador de las novelas ‘El
hijo del legionario’, ‘Pajarillo’ y ‘Nada más importa’. Tres libros
autobiográficos que el autor traslada a los escenarios fusionándolos bajo el
nombre ‘La máquina del tiempo’. En la
representación, el creador revela sus experiencias personales utilizando sus
trabajos plásticos como material de atrezzo.
El
elegido para interpretar su vida es el actor Víctor Tamarit, que además de dirigir el espectáculo encarna al ilustrador durante su estancia en Los Ángeles, adonde se marchó persiguiendo al amor de su vida. En la distancia, el protagonista echa de menos a sus seres
queridos y revive su pasado junto a los miedos que dejó atrás. Sin salir de casa,
el artista realiza un viaje por diferentes episodios que le marcaron, tanto
para bien como para mal, sincerándose con el público.
elegido para interpretar su vida es el actor Víctor Tamarit, que además de dirigir el espectáculo encarna al ilustrador durante su estancia en Los Ángeles, adonde se marchó persiguiendo al amor de su vida. En la distancia, el protagonista echa de menos a sus seres
queridos y revive su pasado junto a los miedos que dejó atrás. Sin salir de casa,
el artista realiza un viaje por diferentes episodios que le marcaron, tanto
para bien como para mal, sincerándose con el público.
Le
acompaña durante el recorrido la actriz Gabriela Albanese, que se encarga de representar a los diferentes personajes que van apareciendo, desde el padre
del joven hasta sus monstruos, sin olvidarse del primer amor. Tamarit
repasa cada vivencia haciéndola suya. Ya sea en momentos
divertidos o amargos, aunque especialmente en estos últimos, el actor se expresa con una dulzura
y un sentimiento que le hacen parecer que hablase de sí mismo.
acompaña durante el recorrido la actriz Gabriela Albanese, que se encarga de representar a los diferentes personajes que van apareciendo, desde el padre
del joven hasta sus monstruos, sin olvidarse del primer amor. Tamarit
repasa cada vivencia haciéndola suya. Ya sea en momentos
divertidos o amargos, aunque especialmente en estos últimos, el actor se expresa con una dulzura
y un sentimiento que le hacen parecer que hablase de sí mismo.
Las confesiones del protagonista, que tan
bien reflejan la emoción y el dolor, logran que el público no pueda evitar el
nudo en la garganta en varias ocasiones. Recuerdos que no es sano tener continuamente en la cabeza pero que inevitablemente están ahí y que aunque consigan ponernos tristes también sirven de desahogo y se convierten en una forma de valorar lo que hoy tenemos alrededor.
En
‘La máquina del tiempo’ no hay
efectos especiales, sirviéndose de unos decorados artesanales en los que los detalles sencillos resultan efectivos. Una guitarra eléctrica en vivo pone la banda
sonora a la historia y un mural de tela vacío se va convirtiendo en un resumen
que contiene las palabras claves de la vida. No
hace falta que lo que se cuenta sea ficción para que resulte impactante. La realidad, a menudo, suele serlo
más.
bien reflejan la emoción y el dolor, logran que el público no pueda evitar el
nudo en la garganta en varias ocasiones. Recuerdos que no es sano tener continuamente en la cabeza pero que inevitablemente están ahí y que aunque consigan ponernos tristes también sirven de desahogo y se convierten en una forma de valorar lo que hoy tenemos alrededor.
En
‘La máquina del tiempo’ no hay
efectos especiales, sirviéndose de unos decorados artesanales en los que los detalles sencillos resultan efectivos. Una guitarra eléctrica en vivo pone la banda
sonora a la historia y un mural de tela vacío se va convirtiendo en un resumen
que contiene las palabras claves de la vida. No
hace falta que lo que se cuenta sea ficción para que resulte impactante. La realidad, a menudo, suele serlo
más.