Janis Joplin es una de las voces de rock y blues más carismáticas,
profundas y personales de todos los tiempos. Admirada tanto por sus seguidores
como por sus compañeros de profesión, la cantante tejana fue todo un icono
durante los años 60. Sin embargo, el mundo artístico a veces es más sombrío de
lo que uno puede imaginarse y la fatídica edad de los 27 parece ser una
frontera que no todos logran sobrepasar. No hace falta recordar los casos de Kurt Cobain, Amy Winehouse, Jim Morrison
o, incluso, Jimmy Hendrix, que falleció
tan sólo un mes antes de que lo hiciera Joplin.
La directora estadounidense Amy Berg
presenta su última producción, ‘Janis’, que llega a la cartelera española el viernes 4 de marzo como un perfecto homenaje a la singular
estrella.
Oscar en 2006 por su primer largometraje documental, ‘Líbranos del mal’, la autora se sumerge en la intimidad de la
famosa artista para retratar su infancia en una modesta familia que residía en
Port Arthur (Texas), los años de acoso y rechazo en el colegio, su temprana rebeldía,
su marcha a San Francisco en busca de una oportunidad, sus comienzos sobre los
escenarios, la búsqueda de cariño y estabilidad como refugio de todo el
dolor que arrastraba y, cómo no, sus últimos días, en los que regresa el
recuerdo del romance dramático con su verdadero amor. El metraje se nutre, no sólo de grabaciones
y actuaciones de Joplin en festivales como los de Monterrey o Woodstock,
sino también de testimonios, fotografías, entrevistas y cartas de su puño y
letra, revelando un trabajo de documentación fascinante.
hacían resurgir unas letras que escondían el peso de un pasado difícil y el
vacío de un presente repleto de vicios y excesos. Pese a poseer una
personalidad arrebatadora desde su más temprana adolescencia (cuando decidió
llevar la contraria a las ‘chicas bien’ de la época), la artista guardaba en su
interior un profundo terror a sus propias inseguridades, las mismas que seguían
dañándola cada día y las culpables de su nociva vida. Alejada de su
familia en busca de un futuro trabajando en aquello que le hacía sentir plena,
no olvidaba escribir a unos padres que apoyaban las cualidades de aquella
joven tan especial. Esas cartas,
narradas por la cantautora sureña de rock indie Chan Marshall, artísticamente conocida como Cat Power, esconden la verdadera esencia de Joplin, descubriendo los
pensamientos que se escondían tras la fachada de una mujer aparentemente
fuerte. Esa no era Janis.
éxitos y desdichas a un ritmo dinámico que fluye por sí mismo y logra atrapar al espectador durante las casi dos horas de duración, ya sea
admirador o un simple aficionado. Cuando el público quiere darse
cuenta, la artista aparece junto a su mítica
banda, Big Brother and the Holding Company, iluminada por los focos de los escenarios que la vieron crecer y
marchitarse. Su risueña sonrisa ante las cámaras, sus plumas como tocado y,
sobre todo, su inigualable voz permanecen en la retina a lo largo del
documental mientras se acerca el inevitable desenlace.
fotografía Jenna Rosher crea una
fantástica atmósfera construida con la ensoñación que acompaña habitualmente a
la fama y, en ocasiones, a la autodestrucción. Tal vez sea por el conocimiento de su
dramático final, pero una oscura sombra se mantiene al acecho en cada plano,
sumiendo el relato en una extraña melancolía por la pérdida de una
irreemplazable estrella. Adornada con una banda sonora que recorre la
trayectoria de Joplin, la cinta se detiene con las primeras
notas de ‘Little girl blue’, que forma parte de su título original, la
intimista ‘Sumertime’, la desgarradora ‘Maybe’ o la indispensable ‘Piece of my heart’.
Un
agridulce recuerdo en un homenaje indispensable que lleva a cabo un retrato profundo. Berg realiza un notable trabajo en un documental en el que nos obliga a detenernos y a mirar más allá de esa fortaleza acurrucada en el
interior de una mujer sensible, necesitada de cariño, pero con un extraordinario
talento para comunicar sus desdichas, olvidar sus penas cuando subía al
escenario, dotar de una seductora esencia a las melodías y hacer que
otros se refugiaran en sus canciones y encontrasen cierto consuelo en sus
vidas. Un gran corazón difícil de olvidar. Así era Janis.