EXTRA! 



Dos manos oscuras abrazan un
ataúd mientras repiten el mismo lamento: ‘yo, que te parí, no te puedo abrazar. Yo,
que te vi crecer, no te puedo abrazar’.
Esas palabras llevaban demasiado tiempo
repitiéndose en la cabeza de
Juan Diego Botto tras escuchárselas decir, entre sollozos, a la
madre de la congoleña
Samba Martine en su funeral. Tras pasar 30 días en un
Centro de Internamiento para Extranjeros (CIE) y obviar la decena de veces que
pidió ir a la enfermería, murió en el
Hospital 12 de Octubre
a las seis horas
de ingresar.
El sida y un hongo que le había perforado el cerebro fueron, en
parte, responsables, ya que la indiferencia de los que prefirieron mirar a otra
parte tuvo mucho que ver en aquel desenlace.


Impactado por aquella historia, Botto se interesó por la inmigración y acabó escribiendo las cinco piezas que
conforman ‘Un trozo invisible de este mundo’, una de las obras más exitosas de
los últimos años, con más de 100 funciones realizadas y 37.000 espectadores.
Muchos
de esos miles abandonaron el patio de
butacas abatidos, avergonzados ante la realidad de la inmigración y el exilio.

Una cinta transportadora de 16 metros,
60 maletas y algunos baúles conforman la escenografía de una producción que realiza
una denuncia desde un punto de vista natural, huyendo de los tópicos hasta centrarse en la historia de personas reales que explican a sus hijos el porqué
tuvieron que marcharse de su lado, luchan por mantener viva la llama del amor a través del
teléfono de un ruidoso locutorio y muestran el rostro del que esconde su racismo bajo frases como ‘nuestro
mundo se basa en leyes científicas y todo lo que está lleno rebosa’.



El trabajo actoral es soberbio,
con un Juan Diego Botto camaleónico que hasta encuentra tiempo para rendir
homenaje a su padre en ‘Turquito’, una de las historias más duras del montaje,
contextualizada en el centro de torturas de Buenos Aires en el que se convirtió la Escuela de Mecánica de la Armada. Astrid Jones
, por su parte,
sorprende al debutar en una producción escénica de estas características con
gran entereza. La intérprete pone en pie el texto central
de la función, que da título al montaje y recuerda la trágica historia de Samba
Martine
.

Será difícil que el espectador no
salga conmovido de un montaje que clama, a través de sus textos e
interpretaciones, por la dignidad de los seres humanos y la igualdad.
Aunque el
trasfondo es claramente dramático, el trabajo entre Sergio Peris Mencheta
(director) y Juan Diego Botto consigue que el sarcasmo y la reflexión pesen lo
suficiente como para que las Naves del Español en Matadero no se conviertan en
un mar de lágrimas.

Coproducción del Teatro Español
con Producciones Cristina Rota, ‘Un trozo invisible de este mundo’ ha sido galardonada con cuatro Premios Max, incluyendo Mejor Espectáculo, Actor y Autor Revelación.
Un acto de amor
en forma de producción escénica a la que el público ha correspondido con gran
entusiasmo.