EXTRA!

En
contadas ocasiones pueden encontrarse producciones de terror efectivas en la cartelera. Dicen que hacer reír al público es difícil, pero tanto o más complicado es generar la sensación de miedo en una sala de teatro, algo en lo que también tienen mucho que ver las expectativas que se generan cuando se promociona un espectáculo.
contadas ocasiones pueden encontrarse producciones de terror efectivas en la cartelera. Dicen que hacer reír al público es difícil, pero tanto o más complicado es generar la sensación de miedo en una sala de teatro, algo en lo que también tienen mucho que ver las expectativas que se generan cuando se promociona un espectáculo.
Dirigida por Gabriel
Olivares y Carlos Molinero, ‘Verónica’ es una función
que se vende como una experiencia terrorífica en el Teatro Lara y que, sin embargo, no va más allá de un par de sobresaltos debido a los recursos con los que el equipo lleva a cabo la representación, a pesar del gran talento de sus actrices. Aunque la idea prometía mantener al espectador en tensión durante 90 minutos, lo cierto es que no pasa de pura intención.
Olivares y Carlos Molinero, ‘Verónica’ es una función
que se vende como una experiencia terrorífica en el Teatro Lara y que, sin embargo, no va más allá de un par de sobresaltos debido a los recursos con los que el equipo lleva a cabo la representación, a pesar del gran talento de sus actrices. Aunque la idea prometía mantener al espectador en tensión durante 90 minutos, lo cierto es que no pasa de pura intención.
Con
un guión típico, la acción se sitúa
en el salón de actos de un colegio de monjas, donde cuatro amigas quedan para invocar al espíritu de su amiga Verónica, fallecida 25 años atrás en extrañas circunstancias. Lo que en su día parecía un suicidio se desvela como una posible consecuencia de una sesión de espiritismo que el grupo de amigas ha ocultado durante todos estos años.

un guión típico, la acción se sitúa
en el salón de actos de un colegio de monjas, donde cuatro amigas quedan para invocar al espíritu de su amiga Verónica, fallecida 25 años atrás en extrañas circunstancias. Lo que en su día parecía un suicidio se desvela como una posible consecuencia de una sesión de espiritismo que el grupo de amigas ha ocultado durante todos estos años.

Decididas a comprender una serie de fenómenos extraños que están teniendo lugar en la vida de una de ellas, las mujeres interpretadas por Ana Villa, Cecilia Solaguren, Lorena Berdún y Silvia de Pé se adentran en un pasado lleno de secretos entre nervios, cortes de luz y apariciones entre el patio de butacas, donde ocurre buena parte de la historia.
Mientras que las actrices llevan a cabo con maestría su trabajo como intérpretes, los diálogos resultan muy vistos y los efectos especiales pecan de artificiosos, al querer impactar en vez de insinuar y jugar con una tensión contenida que, seguramente, le habría sentado mejor a la obra.
Olvidándonos de ese elemento fallido, la producción cuenta con un ritmo ágil que entretiene al público a través del drama y los recuerdos de unos personajes entre los que destaca una sarcástica y admirable Silvia de Pé.
Mientras que las actrices llevan a cabo con maestría su trabajo como intérpretes, los diálogos resultan muy vistos y los efectos especiales pecan de artificiosos, al querer impactar en vez de insinuar y jugar con una tensión contenida que, seguramente, le habría sentado mejor a la obra.
Olvidándonos de ese elemento fallido, la producción cuenta con un ritmo ágil que entretiene al público a través del drama y los recuerdos de unos personajes entre los que destaca una sarcástica y admirable Silvia de Pé.