EXTRA!



Aunque habitualmente se vuelca
más hacia el mundo de la pintura, lo cierto es que la Fundación Mapfre nos tiene ya acostumbrados a dedicar cada año
espacios a importantes figuras de la fotografía.
 Es el caso de su actual exhibición en la sala
Bárbara de Braganza
a propósito de la obra de Bruce Davidson (Illinois, 1933), que se puede ver en la capital hasta el próximo 15 de enero.


El fotógrafo estadounidense,
miembro de la prestigiosa agencia Magnum,
es conocido fundamentalmente por su retrato de la realidad más escondida de los
Estados Unidos durante los años 60. A
medio camino entre el fotorreporterismo y el retrato subjetivo
, la selección
que se nos presenta muestra al Davidson
que intenta mostrar lo que le rodea tal y como es pero posicionado desde el
mismo centro de los sucesos y no como un mero observador externo.

Así sucede con su fantástica
serie a propósito de una reyerta de bandas en Brooklyn, en el año 1959. Davidson convivió con una de ellas durante varias semanas para mostrar a través de sus imágenes su
vida cotidiana, pasando de hablar de peleas de bandas a problemas reales de la juventud. Como él explica, ‘estas
fotografías no son sobre las bandas, sino sobre el hecho de ser adolescente’.


Lo mismo ocurre con su trabajo sobre la Calle 100 Este en el East Harlem de Nueva York, popularmente conocido como ‘El barrio’. Durante dos años, entre 1966 y 1968, el fotógrafo retrató las rutinas e intimidades de negros e hispanos en los márgenes de la Gran Manzana. En este sentido también se
muestran trabajos de sus viajes por las comarcas mineras de
Gales, México, la Almería de
los años sesenta o la
América
convulsionada por el
Movimiento por los Derechos Civiles, siempre desde un
punto de vista personal pero sin caer en tonos moralistas
ni sensiblerías
que a menudo surgen en el arte documental.


Además de sus grandes trabajos,
la exposición no deja de recoger los inicios del artista, con una fotografía
más clásica en la línea del reporterismo de Cartier-Bresson
, así como sus imágenes centradas en pequeños
ambientes -como la cafetería Garden
de Nueva York – o en temas de la
naturaleza, temática que aparece diseminada a lo largo de toda su obra, incluyendo el trabajo paisajístico en lugares como Central Park o París.
La Fundación Mapfre nos ofrece, en definitiva, un breve pero intenso
recorrido por la obra de quien quizá no sea uno de los nombres más universales
de la fotografía pero sí un amante de este arte que, a través de un trabajo
titánico y honesto, se convierte en testigo y narrador de excepción en los Estados Unidos de su época.