EXTRA! 



Cinco años lleva Nancho Novo representando ‘El cavernícola’ en Madrid, un exitoso monólogo que defiende la teoría prehistórica de que los hombres son
cazadores mientras que las mujeres se encargan de la recolección. Para celebrar los más de 700.000 espectadores del espectáculo, 
Yolanda Ramos se mete en la piel de ‘La cavernícola’ en una
divertida visión de la mujer moderna que llega dispuesta a cambiar los roles. 



Realizada por Iria Producciones, encargados también de ‘El cavernícola’, y dirigida por Esteve Ferrer (‘Toc-Toc’), esta comedia escrita por Emma Peirson y Vanessa Frost llega al Pequeño Teatro Gran Vía para replicar con grandes dosis de comicidad al montaje de Nancho Novo


En plena despedida de soltera y con un atuendo al más puro estilo Picapiedra, la protagonista explica sus dudas sobre el inminente enlace.
Las diferencias entre hombres y mujeres, junto a las manías y costumbres de cada uno en la convivencia, protagonizan un monólogo – que roza los 90 minutos – en
el que es fácil sentirse identificado con muchos de sus
argumentos.

Sobre las tablas, una pared compuesta por
telas elásticas rodean a la intérprete simulando su particular cueva.
Durante la
representación, la que está considerada una de las humoristas más queridas de los últimos años, no utiliza muchos objetos, algo que, por otra parte, tampoco precisa, puesto que desarrolla su discurso con la soltura y desparpajo que le
caracterizan.

Yolanda Ramos se dio a conocer en
televisión gracias el programa de humor ‘Homo Zapping’ y acaba de protagonizar ‘Confesiones
de mujeres de 30′
, otra comedia teatral donde ha estado espléndida. A finales de abril, además, podremos verla en la segunda película de Paco León, la esperada ‘Carmina y amén’.
Lo cierto es que en el guión de ‘La cavernícola’ son los hombres los que salen peor parados, aunque la protagonista declaró durante su estreno, el pasado jueves 3 de abril, que espera que el montaje vaya evolucionando hasta poder tomarse licencias con ambos sexos. 
Repleta de referencias a situaciones cotidianas en las que se explican con ingenio las reacciones de ambos géneros, el público se encuentra ante una función divertida y llena de ritmo en la que, gracias a la naturalidad y simpatía de Yolanda Ramos, resulta
imposible que alguien se lleve las manos a la cabeza.