EXTRA!
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La Sala Tribueñe acoge los viernes de mayo ‘El corazón entre ortigas’,
una producción propia dirigida por Paco de la Zaranda sobre un texto de Eusebio Calonge. Mediante una cuidada escenografía, actuaciones, música,
movimientos coreográficos y canto, esta inusual propuesta de gran carácter
estético y visual lleva al espectador al dolor provocado por
los conflictos bélicos en todos los bandos, momentos y circunstancias.
de personas de diferentes procedencias, pensamiento y condición durante la Guerra Civil Española: Carlos Morla Lynch. La intención no es contarnos una historia, ni explicarnos el devenir que sufrieron los personajes, ni siquiera saber de qué lado estaba cada uno. La motivación que mueve este montaje es representar el
sufrimiento, hacernos partícipes de todos los tipos de dolores
posibles, además de transmitirnos la universalidad de las
consecuencias que trae el conflicto para la población.
Zaranda se vale de múltiples recursos. Destaca el enorme
elenco en una época en la que estamos demasiado acostumbrados a
pequeños montajes con una o dos personas que admirablemente defienden su
trabajo y lo vuelven más rentable. Una docena de versátiles actores cantan, tocan el piano, van y vienen personificando el dolor en cada
movimiento. El sonido y los ruidos creados con los más variados elementos no
hacen sino aumentar el sentimiento de angustia. El trabajo de
representación del padecimiento es admirable. Se produce en la sala una especie
de sinestesia: la aprensión que produce un sonido, gesto o color llega a
cada rincón del espacio impregnándolo todo.
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barbarie, todos los elementos se van
colocando y evolucionando hasta transmitirnos cada matiz, cada tormento, cada
sinrazón. Desde la anciana que pierde a su marido y lo llama a todas horas,
pasando por enfrentamientos entre quienes nunca tuvieron mayor interés en la
política, vemos cómo todos los implicados están perdidos y alojados en esa especie de limbo en el que se
convierte la Embajada, que los mantiene con vida pero no les evita las
múltiples angustias. Incluido el diplomático y su familia, nadie se libra de la
pena.
devoran unos a otros y muestran simbólicamente el absurdo de un todos contra
todos que sólo conduce a la muerte. La lírica, especialmente en el inicio y el desenlace de la presentación, aporta potencia y remueve los sentimientos más
profundos.
Tras su paso por Madrid en el año 2016 como parte del festival Surge Madrid,
la prestigiosa Sala Tribueñe vuelve a
programar una pieza sobre el sufrimiento que es poesía pura. El
telón de fondo es España, pero podría situarse en cualquier otro espacio y tiempo,
presente o pasado. Y es que nadie sale vencedor
de una guerra salvo el propio horror.