![Rupert Everett como Oscar Wilde](https://madtime.es/wp-content/uploads/2019/04/Rupert2BEverett2Bcomo2BOscar2BWilde.jpg)
Este viernes 25 de abril llega a las pantallas españolas ‘The happy prince’ (desafortunadamente traducida como ‘La importancia de llamarse Oscar Wilde’), el debut como director del famoso actor británico Rupert Everett, premio a la mejor ópera prima en los Satellite Awards. En él se narran los tres últimos años del prestigioso escritor irlandés, vagando
por hoteles de Francia y atormentado por el estigma que la sociedad victoriana
le impuso a causa de sus relaciones homosexuales.
Se
trata de un proyecto muy personal de Everett.
Después de años intentando
obtener la financiación necesaria, el intérprete ha logrado que la cinta, de 105 minutos, por fin vea la luz. Él mismo se pone al frente de este biopic
como director, guionista y protagonista, arriesgando buena parte de su
prestigio y talento con un resultado que, por desgracia, resulta desigual en
su conjunto.
cabe duda de que el personaje de Oscar Wilde está hecho a la medida del británico. Su interpretación
despliega con maestría los sutiles toques de soledad y lamento de un hombre envejecido y cargado de golpes y
culpas, a la par que muestra su sensibilidad y genio literario. Parece que
estemos delante del auténtico poeta, no sólo del ingenioso dandy victoriano que conocemos a través de sus famosos aforismos, sino de la
persona que intentó buscar su lugar en la rígida Inglaterra de finales del
siglo XIX, con trágicos y devastadores resultados.
aquí terminan los aciertos del largometraje. El
guion resulta a menudo plano, apenas despegándose de lo anecdótico y biográfico, sin llegar a entrar en el profundo y bello lirismo que impregnó la vida y la
obra de Wilde. No puede uno
dejar de preguntarse dónde reside lo literario en un texto que se sumerge en el corazón de uno los más grandes escritores contemporáneos.
![La importancia de llamarse Oscar Wilde](https://madtime.es/wp-content/uploads/2019/04/La2Bimportancia2Bde2Bllamarse2BOscar2BWilde.jpg)
resto del reparto, aunque se compone de nombres de altura como Colin Firth, Emily Watson o el joven pero prometedor Colin Morgan, queda reducido a un mero esbozo. Ninguno de los
personajes, pese a haber sido centrales en la biografía de Wilde y en sus sufrimientos personales, llega a adquirir entidad
suficiente. Apenas parecen la excusa para las disertaciones del viejo escritor,
que en este contexto quedan despojadas de su auténtica motivación.
a que todo ello podría hacernos pensar que se trata de un ejercicio de
puro preciosismo,
tampoco la técnica acompaña. La iluminación, si bien a veces
acertada a la hora de recrear los ambientes decadentes y sofocantes de una Francia hostil, en otras ocasiones no alcanza la intencionalidad suficiente,
haciendo la narración incoherente y hasta confusa.
afectos y fetiches del director, más alejado de
todas las dimensiones, complejas y contradictorias, que entretejen la vida del escritor. Magistral en su
acercamiento a la soledad, el fracaso y el estigma que surgen al chocar un alma
artística con la rigidez social de su época, se echan en falta la
ironía y el ingenio que siempre fueron marca de Wilde. Un humor cáustico que le sirvió para escapar de los sinsentidos de sus contemporáneos y que ha sido extirpado en la película, pudiendo haber añadido una dimensión muy interesante a la historia.
llega a llamar la atención sobre la parte más personal del autor, ‘La importancia de llamarse Oscar Wilde’ falla en su intento de
hacer de su biografía un expositor de los temas universales. Un colosal proyecto que se disfruta
porque se nota la pasión de su creador, pero que se queda en el intento de hacer de Wilde un
icono universal, un referente del sufrimiento que surge de las vidas y pasiones
cuando son coartadas por las normas de las sociedades en que tienen lugar.