EXTRA!
Si
hay una figura que representa la pintura del siglo XX con maestría esa es la del malagueño Pablo Picasso, y si hay alguien que
refleje bien los últimos coletazos pictóricos del siglo XIX hablamos, sin duda, de Henri de Toulouse-Lautrec. A pesar de que nunca llegaron a conocerse, el amor por la pintura que supera las convenciones, el
dibujo como herramienta expresiva y el atractivo que despertó en ambos el
submundo de la noche parisina les unieron para siempre, convirtiéndoles en una
perfecta bisagra del cambio de siglo. Por ello, el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza ha elegido explorar esta
fascinante relación a través de ‘Picasso/Lautrec’, la exposición estrella del
25 aniversario de la pinacoteca y uno de los mejores planes para realizar esta temporada en la capital, abierto al público hasta el próximo 21 de enero de
2018.
Con
esta muestra se confirma la apuesta del centro por la innovación en
los montajes, que invitan a la reflexión del espectador más allá de la mera
contemplación de las obras. Aunque se había teorizado sobre las similitudes de estos autores, esta es la primera
vez que se llevan a un montaje real. El comisario de la exhibición y
catedrático de Historia del Arte Francisco Calvo Serraller, junto a la también comisaria Paloma Alarcó, proponen al visitante un juego en el que pueden
parecer claras las diferencias entre las obras de ambos de partida pero donde llega un momento en el que un autor se confunde con el otro y lo que
parecía genuinamente picassiano en realidad pertenece a Lautrec y viceversa.
este modo, el público va asistiendo a un diálogo entre dos genios, maestro y
alumno, sin saberlo el primero y con plena consciencia el segundo. No en vano
le decían en broma a Picasso sus amigos (Max
Jacob, Guillaume Apollinaire y André
Salmon) aquello de ‘Encore trop Lautrec!’, ‘¡Aún demasiado Lautrec!’ en la traducción
al castellano.
pertenecen a unas 60 colecciones privadas y públicas, de las cuales sólo
cinco forman parte de los fondos del Thyssen. Muchas de ellas, de hecho, han
sido cedidas por el propio nieto de Picasso, entusiasmado
con la exposición.
recorrido se organiza en base a cinco áreas temáticas: ‘Bohemios’, ‘Bajos fondos’, ‘Vagabundos’, ‘Ellas’ y ‘Eros recónditos’, todas
claramente patentes en la trayectoria artística de los dos pintores, dejando ver la evolución de sus afinidades. El enlace entre
ambos universos es simbólico pero también formal: incluso en los
autorretratos puede apreciarse.
círculo se cierra de un modo inmejorable con una foto de Picasso en su
taller de Villa La Californie, en Cannes. En ella se puede apreciar, a su vez, la instantánea que el fotógrafo francés Paul Sescau tomó de Lautrec. El
artista malagueño la conservó durante toda su vida, prueba de la enorme
admiración que sentía por el bohemio parisino. Picasso es, por supuesto, un
genio único que supo hacer suyos los avances de otros muchos artistas, enriqueciéndolos y poniendo en el centro de su obra al ejemplar Toulouse-Lautrec.